Por: Jorge Alarcón
5ta. Edición
5ta. Edición
A casi cinco horas desde Lima, internándose por la carretera central, nos recibe un cielo despejado azul intenso, una brisa fría y seca, un sol brillante y una ciudad colorida. Hemos llegado a Huancayo, capital del departamento de Junín en la sierra central del Perú. Este pintoresco lugar, en donde se respira calma y tranquilidad, está lleno de sorpresas culinarias que pudimos descubrir en nuestro recorrido, sabores que conllevan una gran historia de mestizaje cultural.
Esta vez, tuvimos que preguntar a los lugareños sobre los platos típicos de esta región. Las respuestas fueron múltiples, pero nos decidimos por una recomendación que llamó fuertemente nuestra atención:
-“Vayan a comer trucha al Ingenio, jóvenes”- nos dijo una simpática huancaína.
Enrumbamos en un pequeño taxi hacia el distrito de “El Ingenio”, conocido por sus grandes criaderos de truchas. El camino es muy entretenido para la vista, más no para el cuerpo. Las pistas no están en buen estado y el carro tampoco lo estaba en ese momento. Arribando al distrito en mención, ingresamos al criadero más grande denominado “Las Truchas”, en donde pudim
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Como el cebiche nos quedo chico, pedimos al mesero una fuente de chicharrón de trucha, que vino acompañado de yucas fritas, cebolla y cancha serrana. Una delicia en medio de la sierra peruana. Luego de descansar en un pequeño jardín del restaurante, emprendimos el camino hacia otro refugio del sabor huancaíno. La Laguna de Paca.
Este bello paraje, con muchas historias y leyendas, presenta algo inusual en sus alrededores. El suelo por donde uno camina es blando; y mientras más uno se acerca, se torna mas blando aun, lo que asusta un poco a los visitantes. Pero aparte del hermoso paisaje y el paseo en lancha, hay un restaurante al lado de la laguna en donde nos prepararon el plato bandera del lugar: Trucha rellena. El delicioso potaje despedía frescura y un aroma inigualable. Estaba acompañado de papas doradas, cebolla, y ají serrano, complemento ideal para el pescado. Imperdible.
Antes de irnos, nos invitaron a probar el “calientito” un trago típico hecho a base de licor de caña, té, canela y miel de abeja. Hace honor a su nombre para sobrellevar las frías noches andinas. Al día siguiente nos despidieron con un suculento y reparador caldo de cabeza, una sopa hecha con fideos, verduras y cabeza de carnero. Muy buen remedio contra el soroche.
Así terminó nuestra aventura en el departamento de Junín, bien comidos y con las energías cargadas gracias al calor de su gente, los bellos paisajes, y el excesivo pero renovador consumo del “calientito”. Salud.