Por: Jorge Alarcón C.
7ma edición
Todos sabemos que nuestro país, posee la mayor variedad de fauna y flora del mundo.
En la actualidad, con los cambios climáticos, la depredación y la contaminación desmedida, muchas especies se han extinguido o están en camino a ello. Es por esto que el Perú es un lugar privilegiado, con todos los climas existentes y con territorios idóneos para la vida silvestre.
Ésta vez, fuimos de nuevo a la región amazónica de nuestra patria a conocer más a fondo los sabores escondidos que ella nos tenía. Arribamos a Tarapoto, vía aérea, y luego abordamos una camioneta que nos llevo camino a la provincia de Yurimaguas. La verdad, nos dirigíamos a Alto Amazonas, a realizar un trabajo de proyección social. Sin pensarlo, aprovechamos la oportunidad para probar platos típicos de éstas regiones alejadas.
Conversando con el chofer que nos trasladaba, nos enteramos del tacacho con cecina, del chicharrón de lagarto y de los huevos de tortuga, todos ellos potajes ya saboreados anteriormente por nuestros curiosos paladares. Sin embargo detuvimos la conversación cuando nuestro amable compañero nos mencionó un preparado que nos llamó fuertemente la atención : Chilcano de Carachama.
La Carachama, es un pez que vive en los ríos de nuestra selva, alojado en las “cochas” o partes pantanosas pegadas a la orilla. Este animal se caracteriza básicamente por dos cosas : su extraordinario valor nutritivo (alta concentración de fósforo) y su aspecto tenebroso y desagradable a primera vista. Sin dimensionar éste último punto, éste pez es parecido a los de la era de los dinosaurios, claro, en menor tamaño. Posee un color gris oscuro, casi negro, con gruesas escamas como una armadura medieval, ojos negros y hundidos, cabeza achatada y triangular. Con ésta descripción, nadie compraría en un mercado una Carachama para llevar a la casa.
Quisimos entonces, probar la carne de éste producto del río e iniciamos la búsqueda de lugares en donde prepararan el codiciado chilcano. Fuimos por dos caminos diferentes, sinuosos y enmarañados, sin suerte alguna
. Hasta que después de largas horas, dimos con una rústica casa ubicada al lado de un desvío sumergida en plena espesura selvática. Nos fue difícil bajar por el fango, pero lo hicimos empujados por el deseo de probar el raro potaje. Nos atendió una amable señora que alabó nuestro espíritu aventurero, ya que ninguno que no fuera del lugar, había llegado en mucho tiempo. Inmediatamente solicitamos el plato, y nos sentamos a esperar pacientemente en unos troncos que fungían de sillas. Al cabo de 20 minutos, apareció la dueña con los toscos porongos que contenían el mágico líquido. La presentación no era muy agradable pero el aroma compensaba la visión, así que iniciamos la degustación.
Una vez terminado el concentrado, sentimos una fuerza inusual, quizás influidos por el ambiente, la gente del lugar y la exótica comida. El sabor fue buenísimo, no tanto así la carne del pescado, por lo que lo mejor es el caldo que encierra todo el valor de la Carachama. Salimos contentos y triunfantes de ésta experiencia que no se da muy a menudo, sobretodo para los que somos de la capital y no estamos enterados de estos secretos.
7ma edición
Todos sabemos que nuestro país, posee la mayor variedad de fauna y flora del mundo.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqYiSzQYD0gxsBvGYSortl6zdJ8-yjJ5z-QFTlyAPHexvUZSaql6adgo2pEAL_DJCEerKKRQfRquEQQahtGFAL_G9BFUHXQEfTQESg308VjPQhNgTQCmgzyV-Z0nqGkxGsq1Q-sQ6g5-M/s320/cara2.jpg)
Ésta vez, fuimos de nuevo a la región amazónica de nuestra patria a conocer más a fondo los sabores escondidos que ella nos tenía. Arribamos a Tarapoto, vía aérea, y luego abordamos una camioneta que nos llevo camino a la provincia de Yurimaguas. La verdad, nos dirigíamos a Alto Amazonas, a realizar un trabajo de proyección social. Sin pensarlo, aprovechamos la oportunidad para probar platos típicos de éstas regiones alejadas.
Conversando con el chofer que nos trasladaba, nos enteramos del tacacho con cecina, del chicharrón de lagarto y de los huevos de tortuga, todos ellos potajes ya saboreados anteriormente por nuestros curiosos paladares. Sin embargo detuvimos la conversación cuando nuestro amable compañero nos mencionó un preparado que nos llamó fuertemente la atención : Chilcano de Carachama.
La Carachama, es un pez que vive en los ríos de nuestra selva, alojado en las “cochas” o partes pantanosas pegadas a la orilla. Este animal se caracteriza básicamente por dos cosas : su extraordinario valor nutritivo (alta concentración de fósforo) y su aspecto tenebroso y desagradable a primera vista. Sin dimensionar éste último punto, éste pez es parecido a los de la era de los dinosaurios, claro, en menor tamaño. Posee un color gris oscuro, casi negro, con gruesas escamas como una armadura medieval, ojos negros y hundidos, cabeza achatada y triangular. Con ésta descripción, nadie compraría en un mercado una Carachama para llevar a la casa.
Quisimos entonces, probar la carne de éste producto del río e iniciamos la búsqueda de lugares en donde prepararan el codiciado chilcano. Fuimos por dos caminos diferentes, sinuosos y enmarañados, sin suerte alguna
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjixHcc6toINLPKqx0xKSPTKgDJxGjrFRBGuwidMZ0Ae2tV3qBlSMYrC1E0VvUBRbaO1UWKoOtE6Zcfg2ifFSl5MgTkbOze-LA1mh8eveEsWhI_28hy2c7xeqLzpWm85bDNxVf95UqgBiA/s320/cara1.jpg)
Una vez terminado el concentrado, sentimos una fuerza inusual, quizás influidos por el ambiente, la gente del lugar y la exótica comida. El sabor fue buenísimo, no tanto así la carne del pescado, por lo que lo mejor es el caldo que encierra todo el valor de la Carachama. Salimos contentos y triunfantes de ésta experiencia que no se da muy a menudo, sobretodo para los que somos de la capital y no estamos enterados de estos secretos.
Luego de largos 10 días de labores en Alto Amazonas, al regreso, pasamos obligatoriamente por el mismo lugar, llevando saludos a nuestra amable anfitriona, y reverenciando al pez más feo del mundo, que nos hizo conocer un nuevo y sabroso elixir de vida.
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