6ta. Edición.
El rito ancestral del culto a la tierra es tan antiguo, como la misma humanidad. Ésta
ceremonia de venerar la madre tierra con ofrendas (pachamama en quechua) se basa en la creencia de que los elementos de la naturaleza eran en realidad los dioses que regían el mundo, como el sol, el cielo, el mar, entre otros.
En nuestro país, aun se puede apreciar este rito en casi toda la sierra. Es así, que basándose en los misterios del suelo andino se crea uno de los potajes más sabrosos del Perú: La Pachamanca.
Nosotros, la descubrimos en nuestra visita al soleado distrito de Huánuco, ubicado en la provincia y departamento del mismo nombre, a 8 horas de Lima. El clima es agradable, ya que es casi “ceja de selva”, con bonitos paisajes y lugares para visitar. De casualidad, paseando en el auto por las afueras del distrito, me detuve en la parte alta de un cerro por donde cruzaba una trocha carrozable. Estaba en el distrito de Ambo, lugar obligado a cruzar para ingresar a Huánuco; un lugar pintoresco con pocas viviendas y mucho espacio disponible. Me llamó la atención un señor que estaba bajo un improvisado toldo de plástico, en cuclillas, y parecía que hacia señales de humo con un manto. Lo aborde de inmediato y me explicó que ya estaba lista la pachamanca. Curiosamente me asome y vimos que dentro del gran hoyo que había en la tierra, habían hojas secas, piedras y trozos de carne rodeado de otras cosas que por el humo no se podían distinguir.
La preparación de éste potaje consiste en macerar trozos de carne de pollo, res, cerdo y cordero, y enterrarlos en un hoyo con brasas tapándolos con piedras y grandes mantos. Adicionalmente, la carne es acompañada por papas, choclos y habas enteras. Esta mezcla de sabores, reposa algunas horas sumergida y luego va directamente a ser consumida por la gente.
El rito ancestral del culto a la tierra es tan antiguo, como la misma humanidad. Ésta
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En nuestro país, aun se puede apreciar este rito en casi toda la sierra. Es así, que basándose en los misterios del suelo andino se crea uno de los potajes más sabrosos del Perú: La Pachamanca.
Nosotros, la descubrimos en nuestra visita al soleado distrito de Huánuco, ubicado en la provincia y departamento del mismo nombre, a 8 horas de Lima. El clima es agradable, ya que es casi “ceja de selva”, con bonitos paisajes y lugares para visitar. De casualidad, paseando en el auto por las afueras del distrito, me detuve en la parte alta de un cerro por donde cruzaba una trocha carrozable. Estaba en el distrito de Ambo, lugar obligado a cruzar para ingresar a Huánuco; un lugar pintoresco con pocas viviendas y mucho espacio disponible. Me llamó la atención un señor que estaba bajo un improvisado toldo de plástico, en cuclillas, y parecía que hacia señales de humo con un manto. Lo aborde de inmediato y me explicó que ya estaba lista la pachamanca. Curiosamente me asome y vimos que dentro del gran hoyo que había en la tierra, habían hojas secas, piedras y trozos de carne rodeado de otras cosas que por el humo no se podían distinguir.
La preparación de éste potaje consiste en macerar trozos de carne de pollo, res, cerdo y cordero, y enterrarlos en un hoyo con brasas tapándolos con piedras y grandes mantos. Adicionalmente, la carne es acompañada por papas, choclos y habas enteras. Esta mezcla de sabores, reposa algunas horas sumergida y luego va directamente a ser consumida por la gente.
Entonces, me aventuré a probar una porción generosa de Pachamanca la cual disfruté recién salida de la tierra, lo que le da un sabor y una cocción insuperable. La carne tenía un gusto exquisito, estaba jugosa, en su punto perfecto. Los acompañamientos se habían sancochado de tal modo, que se deshacían en la boca. Sin duda lo mejor de la visita a Huánuco.
Agradeciéndole infinitamente a ese poblador de Ambo, que nos enseño los secretos de la tierra y nos hizo probar un verdadero manjar, regresamos a Lima deseosos de partir hacia otro destino que nos depare aun mejores sabores y nuevas aventuras.
Agradeciéndole infinitamente a ese poblador de Ambo, que nos enseño los secretos de la tierra y nos hizo probar un verdadero manjar, regresamos a Lima deseosos de partir hacia otro destino que nos depare aun mejores sabores y nuevas aventuras.
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